Archivo para marzo, 2015

Saber que creemos que todo era rojo

La segunda unidad de nuestro curso de Conocimiento y Cultura gira en torno a cuatro conceptos clave: idea, conocimiento, creencia, y saber.

El primer autor que nos habla sobre la diferencia entre las ideas y las creencias es José Ortega y Gasset. Me pareció muy interesante cómo describe cada uno de estos conceptos.

Una idea, nos dice Ortega y Gasset, es “una ocurrencia”. Es decir, es una noción que tiene un origen dentro de nuestra mente (de nuestro proceso de pensamiento), ya sea que lo podamos percibir o no. Y esta ocurrencia puede ir desde “pensamientos vulgares hasta teorías científicas”. Y estas ideas son originales (efectivamente, se le “ocurrió” al sujeto) o implantadas por alguien más (que después pueden aparecer como originales o no).

Ahora bien, una creencia, según el mismo autor, es algo sobre lo que está basada nuestra vida. En sus propias palabras:

“no son ideas que tenemos, sino ideas que somos. Más aún: precisamente porque son creencias radicalísimas se confunden para nosotros con la realidad misma”. (Ortega, 1934)

Las creencias no son como las “ideas” simples, en el sentido de que no se presentan a raíz de nuestra actividad mental; no llegamos a ellas, sino que ya existen, interiorizadas en nosotros, y funcionan en el fondo de nuestra mente desde antes de que pensemos en algo o lo analicemos. O sea, cuando vemos o pensamos en algo, nuestras creencias están implícitamente ahí- son el punto desde el cual nos paramos y vemos el mundo.

Hace unos días, estaba en mi clase de Estudios Visuales, y hablábamos de cómo es posible analizar imágenes estáticas o imágenes tiempo (o para el caso, cualquier situación que pasa alrededor de nosotros) sin verlo desde la óptica de nuestros prejuicios y nuestra propia manera de pensar. Es decir, aunque tratemos de “suspender nuestro juicio” por unos momentos mientras vemos una pintura, una fotografía o una imagen tiempo (audiovisual), nunca podremos hacerlo de una manera completamente neutra.

Fue entonces que mi maestra mencionó el habitus de Pierre Bourdieu- que está tan instaurado en nosotros que no podemos “tomar un paso atrás” y analizar nuestro habitus, ya que a través de éste es que vemos todo.

Esto mismo me recordó de inmediato a lo que leí sobre las creencias que propone José Ortega. De esta manera me di cuenta que, de alguna manera, yo había integrado algo de lo que aprendí de su texto a mi sentido común; a como veo las cosas, sin necesidad de pensarlo. Y esto, precisamente, es uno de los objetivos de este curso: el conocer cómo pensamos y adquirimos conocimiento, e incorporar estos conocimientos a nuestra vida diaria; que no sólo se queden como “aprendizaje de clase”.

Así que otra lectura interesante que propongo a cualquier persona interesada en el tema, es la de La sociología de Pierre Bourdieu de Gilberto Giménez, en donde habla sobre sus conceptos de habitus, campo y capital.

El habitus se podría describir como la cultura interiorizada– es algo construido, pero lo vemos como parte inherente de nuestra realidad; algo que ya está dado.

El campo se refiere al espacio o entorno en el que nos desarrollamos como sujetos. Recuerdo, en mi clase de Comunicación, Cultura y Sociedad I, que la maestra nos explicó este concepto refiriéndose a una cancha de fútbol, con cada sujeto siendo un miembro del equipo. Cada quien se desarrolla de diferente manera dentro del mismo “campo”, y el capital lo hay de muchos tipos. Y dependiendo del capital de cada quién, es cómo se desarrolla o qué tanto prestigio (por así decirlo) tiene en determinado campo. Existe el capital económico, el cultural, el simbólico, entre otros.

Continuando con Ortega y Gasset, nos habla también de la duda. Y nos dice que la duda existe de la misma manera que la creencia: es algo en lo que estamos. A propósito de esto, en mi entrada del blog de “Idea, creencia, duda”, comentó mi compañera Zoe Peregrina: “aparte de ser la duda algo terriblísimo (sic.) también creo que es muy bella porque nos da herramientas para pensar y solucionar”, a lo que respondí que “Creo que la duda es algo necesario en ocasiones- nos hace sentir las inseguridades de la vida, pero cuando logramos salir de la duda para aterrizar en una creencia, hace nuestra vida un poco más ‘firme’.”

Algo que se ha pretendido con este curso en línea y con los blogs, ha sido la interacción “hipertextual”, libre y amplia entre todos los compañeros del curso (además de cualquier internauta que lo quiera hacer). Y esto se logró muy bien en este caso, porque nuestro compañero Afif Kattan leyó nuestros comentarios y escribió su opinión también. Creo que esto se vuelve muy importante porque no sólo se ve el punto de vista de quien comenta y quien responde, sino de alguien que lo ve “desde afuera” y aporta otra visión.

Afif dijo: “Perdón que me meta en estos comentarios, crees que las inseguridades son algo necesario entonces.. creo (por lo menos yo) que no necesito las inseguridades en la vida…. Pos’ oye’ de por si (sic.) ya es complicada la vida jajajaja”.

También de esta manera podemos conocer un poco más de cómo piensan nuestros compañeros, y qué piensa cada quien de un mismo texto que todos leemos, y cómo lo aplican a su propia vida.

Ahora, siguiendo con los conceptos de creer, saber y conocer, pasamos a la lectura de Luis Villoro. Él nos remarca la diferencia entre creer y conocer, y comienza por dividir en dos las ramas desde las cuales se puede analizar el conocimiento: la filosofía y la ciencia.

Dice que se divide también en dos la forma en que se puede responder a la pregunta de qué es el conocimiento:

  1. Se responde relacionándolo con el origen, desarrollo y consecuencias del conocimiento
  2. Se refiere a la justificación y validez del conocimiento -> (¿en qué condiciones algo puede calificarse de conocimiento?)

La dualidad ciencia-filosofía se vuelve importante en este texto. Y el autor nos dice que  la filosofía puede ayudar a la ciencia en cuanto que puede analizar y tratar de definir de mejor manera los conceptos “fronterizos” (que no tienen una delimitación o definición exacta) tales como: “creencia», «conducta», «actitud», «intención», «razón», «motivo», «conocimiento» e «información», ya que los analiza desde otro punto de vista.

Villoro nos menciona dos enfoques diferentes para analizar lo que es el conocimiento:

  • Teetetes: aquí nos dice que “sólo a las creencias que consideramos verdaderas llamamos ‘saberes’”. Resumido en tres puntos, a manera de una lista que se debe ir cumpliendo para que la creencia sea realmente conocimiento o saber:
  1. S debe creer que “P”
  2. «P» debe ser verdadera
  3. S deber tener razones suficientes para creer que “P”.
  • El Menón: Nos dice que podemos obtener el conocimiento por medio de la práctica también.

“Sólo si tenemos una garantía segura de que nuestra acción corresponde a la realidad, podemos confiar que la creencia no fallará: sólo entonces tenemos conocimiento”

Finalmente, Pablo Fernández Christlieb habla de la «psicología colectiva de las cosas y otros objetos» en su texto del mismo nombre. Nos dice que: «A principios de la Edad Media, solamente existía un color: el rojo.» (2002: 9)

De entrada, la afirmación anterior me sacó de onda. No podía entender cómo era posible que sólo hubiera existido un color- ¡siempre han existido todos los colores! Sin  embargo, a medida que fui leyendo el texto, me di cuenta de lo que se refería el autor. Por ejemplo, menciona que el verde representaba al bosque, y era algo inherente a éste, y por lo tanto, no era realmente un color para las personas de la Edad Media.

Cabe decir que ahora entiendo a lo que se refiere Fernández Christlieb, pero no significa que acepte lo que dice, o que yo crea que las cosas realmente fueron así. Por ejemplo, en la clase presencial de esta semana, Héctor (nuestro profe) nos dijo que no se trataba de que el autor quisiera probar que realmente sólo existía un color en ese entonces, sino que, como yo lo entiendo, es alrededor de esta idea que él expone su teoría.

Algo que me pareció muy interesante fue de cómo va describiendo la evolución de los artefactos para guardar objetos: que van a la par de la ideología de la época. Nos pone de ejemplo el cofre (en donde todo iba guardado sin ningún orden en particular) y el cajonero (en donde todo tiene su lugar; está dividido por compartimentos).

Recomiendo mucho este último texto, en especial porque me gusta mucho leer acerca de la Edad Media.

Cambiando un poco de tema, la semana pasada se realizó un paseo para conocer la ciudad, en específico el centro. Mi compañero Álvaro Quintero nos cuenta en su blog sobre la salida a visitar el centro de Guadalajara, junto con imágenes que tomó en el recorrido que hicieron. A mí me gustó mucho su manera de comenzar su texto: es una forma original, que atrapa al lector.

En conclusión, esta unidad me gustó mucho. Me parece muy interesante analizar y entender qué es lo que hace al conocimiento, conocimiento. Y qué condiciones buscamos que se cumplan para llamarlo así.

¡Nos vemos en los comentarios!

Bibliografía:

VILLORO, Luis. Creer, Saber, Conocer. 1934

FERNÁNDEZ CHRISTLIEB, Pablo. Psicología colectiva de las cosas y otros objetos. 2002

ORTEGA Y GASSET, José. Ideas y Creencias

Conocer, según Luis Villoro

Esta semana, hice un mapa conceptual basado en la introducción («Del problema y del método») de Creer, saber, conocer de Luis Villoro.

Me pareció muy interesante lo que menciona específicamente desde el enfoque de Teetetes acerca del conocimiento, y me recordó a una vez que conversaba con un amigo sobre si «saber implica saber que sabes».

CONOCIMIENTO- mapa conceptual

(Haz clic (conocimiento mapa conceptual) para ver la pres. que tiene la imagen)

Aplicado a la carrera de Comunicación y Artes Audiovisuales, o más ampliamente al entorno del Cine, conocer algo (o saberlo) implica tener las herramientas mentales para (por ejemplo) operar una cámara, utilizar un programa de edición, instalar luces o dirigir una escena y obtener el resultado deseado y esperado. Es decir, que al aplicar lo que sabes, lo hagas con el fin de tener un resultado en específico (el mismo que se espera en general al hacer las cosas de esa forma)

Idea, creencia, duda

José Ortega y Gasset, en su texto Ideas y Creencias, nos remarca la diferencia que existe entre las ideas (que incluyen ocurrencias, teorías científicas y todo lo que está intermedio) y las creencias.

Las ideas son propuestas por uno mismo, o implantadas por alguien más. Sin embargo, las creencias son «ideas» sobre las que está basada la vida; para nosotros son la realidad. Según el autor, vivimos en las creencias, y éstas son las que nos sostienen a nosotros. O como diría Robert Bolt: «una creencia no es simplemente una idea que la mente posee, es una idea que posee a la mente».

Luego, Ortega nos menciona a la duda también.

Éste es el momento de decir que la duda, la verdadera, la que no es simplemente metódica ni intelectual, es un modo de la creencia y pertenece al mismo estrato que ésta en la arquitectura de la vida. También en la duda se está. Sólo que en este caso el estar tiene un carácter terrible. En la duda se está como se está en un abismo, es decir, cayendo. Es, pues, la negación de la estabilidad.

Y es algo muy terrible vivir en la duda cuando se trata de un caso de desaparición forzada, como pasó con la madre, demás familiares y amigos de Brenda Damaris González Solís, desaparecida en Monterrey en 2012. Cordelia Rizzo escribe sobre este caso en su blog. Y al leerlo, puedo pensar en lo desgastante y horrible que es estar, cada momento consciente, dudando de si la persona que amas está aún con vida o no, o si lo que te dicen las autoridades es cierto. Efectivamente, la duda es una forma de creencia (de vida) también.

ORTEGA Y GASSET, José. Ideas y Creencias. Recuperado de: https://www.dropbox.com/s/br5fadbnvak5zsw/Ortega%20y%20Gasset%20IDEAS_Y_CREENCIAS.doc?dl=0

RIZZO, Cordelia. «El rastro de los huesos de Brenda Damaris». Febrero 17, 2015. Recuperado de: http://cordeliarizzo.tumblr.com/post/111288993637/el-rastro-de-los-huesos-de-brenda-damaris

Qué, cómo, y por qué medio conocemos

Los elementos que condicionan nuestra visión del mundo, qué nos gusta hacer, cómo nos comportamos, cómo pensamos, vienen desde lo que aprendemos de nuestros padres, cómo nos identificamos como personas y por lo tanto cómo nos vemos en relación con los demás y cómo nos relacionamos con ellos, hasta las fotografías que hemos visto a lo largo de nuestra vida.

El conocimiento es el tema central de nuestra primera unidad del curso de “Conocimiento y cultura”- el conocimiento es lo que de alguna manera une a los artículos, capítulos, película y videos que hemos consultado en estas semanas. Como dice el título de mi ensayo, de lo que hemos estado hablando es de aquello que conocemos, la manera de conocer y por medio de qué lo hacemos.

Hablemos del vestido. (Sí, si al leer esto pensaste: “oh no, otra vez con el vestido”, entonces lo más probable es que esté hablando de ese vestido que te vino a la mente)

vestidoEl ejemplo del vestido azul-negro / blanco-dorado. Nunca había visto un fenómeno de esta magnitud en internet como ha sido la discusión y la dinámica de compartir la imagen y opiniones sobre ese vestido. Y creo que la razón de esto es porque la percepción del color es algo tan básico, universal y común a todos los seres humanos con sentido de la vista, que no es exclusivo de alguna región, país o cultura (como con otros asuntos que aunque han sido muy populares en internet, no han sido globalmente inclusivos). Raya en lo más básico de nuestro sentido común tan naturalizado, y es lo que hace la discusión tan polémica y abierta a que cualquier persona que quiera, opine.

Aunque el sentido de la vista es uno que puede considerarse como una «puerta directa» de lo que es externo a nosotros hacia el conocimiento e internalización de éste, y muchos dicen que “ver es creer”, la vista también puede “engañarnos”.

Por ejemplo, en la primera semana de clase vimos un video en el que Denise Najmanovich habla sobre la percepción, y hay una parte en la que muestra una ilusión óptica. Cuando escuchamos la explicación de que lo que nuestro ojo percibe no es necesariamente la realidad (aunque, de verdad, ¿qué es la realidad?), entendemos un poco mejor que la percepción juega un rol muy importante en lo que conocemos y cómo nos relacionamos con este conocimiento. Y creo que en el caso del vestido, la percepción es la clave. Lo que hace de todo este asunto algo más polémico es que no podemos ver cómo lo ve alguien más- no es tan fácil como discutir un punto de vista sobre cierto tema, en el que puedes tratar de ver el asunto desde la situación de alguien más; literalmente no podemos verlo (al vestido) de otra forma.

En la primera entrada de los blogs, en la que hablamos sobre el sentido común según Geertz, mi compañera Gaby Hernández escribió algo en el suyo que me parece muy acertado para describir la situación.

“Es tan complejo el hecho de hacerse uno consciente de que tus conceptos de vida y tus ideas, que son tan tuyas y que para ti son tan lógicas y reales y coherentes, pueden llegar a ser un tremendo disparate ante el mundo de ideas de los demás. […] Como (sic.) será posible que dentro de la misma especie, los humanos, veamos las cosas de maneras tan diferentes”

Como mencionaba, creo que esto es fácilmente aplicable a situaciones de la vida cotidiana en la que dos personas con diferente educación encuentren que difieren en sus modos de actuar, de pensar las cosas. Sin embargo, creo que en ocasiones damos por hecho que todos vemos ciertas cosas de la misma manera (o en otras palabras, que las características del sentido común que propone Geertz les son inherentes a las cosas), lo cual el ejemplo del vestido descalifica de manera excelente (aunque no sé cuál es la explicación detrás de ello).

Geertz habla del sentido común; podríamos decir que es el qué conocemos, y qué características tiene esto que conocemos. El sentido común lo define a lo largo del capítulo El sentido común como sistema cultural. “En suma, se trata de un sistema cultural […] (que) descansa sobre […] la convicción de que su posesión se relaciona con su valor y validez” (1996: 96)

Lo que entiendo por esta frase es que se piensa que el hecho de poseer sentido común, de adquirir conocimiento, hace de este conocimiento (y por lo tanto de la realidad, según Pablo Fernández) algo válido, real.

Sin embargo, Geertz dice que el sentido común no es EL sentido común; no es algo fijo. El sentido común “puede cuestionarse, discutirse, afirmarse, desarrollarse, formalizarse, contemplarse e incluso enseñarse, y puede variar dramáticamente de un pueblo a otro.” (1996: 96)

Como mencioné en el párrafo anterior, Pablo Fernández Christlieb, en su texto El conocimiento encantado, habla de la relación entre el conocimiento y la realidad. “La realidad está hecha de conocimiento” (119)

“[…] Si la realidad es el efecto de su conocimiento, éste a su vez está compuesto de tres cosas, a saber, de un conocedor, de lo conocido, y de las relaciones que se establecen entre ambos” (119)

Y podemos identificar estos tres elementos en muchísimos ejemplos. Fernández menciona que el último elemento, el de la relación que se establece entre los dos primeros, se divide en tres tipos:

  • Epistemología de la distancia: «según ésta, el sujeto y el objeto son dos instancias separadas, dos cosas aparte, distintas y ajenas» (120). Desde este punto de vista, los objetos existen fuera del sujeto- constituyen parte de la realidad aunque los sujetos no interactúen con ellos.
  • Epistemología de la fusión: «en la que el sujeto se disuelve en el objeto» (120). Y en este apartado menciona como ejemplo el enamoramiento, en el que el sujeto se deja llevar por sus emociones.
  • Epistemología del encantamiento: esta última epistemología es la ideal para muchos. «[…] el sujeto dota al objeto de conocimiento, esto es, le inculca, le otorga sus propios pensamientos y sentimientos» (121). Esto se da cuando pensamos en los objetos como que tienen sentimientos, o cuando los comparamos con una persona, por ejemplo. O sea, no es tan fría como la epistemología de distancia ni tan impulsiva como la de fusión.

Regresando al tema del sentido común de Clifford Geertz, me parece importante mencionar algo que me comentó mi compañera Karely Vázquez en mi entrada del blog que hablaba sobre la película XXY (2007) de Lucía Puenzo (cuyo tema central es la intersexualidad), y en la que retomo algunos conceptos del texto de Geertz. Karely me dijo: «[…] me gusta mucho tu reflexión que haces, pero pienso que te falto (sic.) agregar que el sentido común también lo integran las experiencias, entonces una persona que ya paso (sic.) por alguna (sic.) caso parecido tendrá más relación con el tema que alguien que no». Esto me pareció relevante, ya que es cierto que el sentido común también funciona empíricamente, y cada persona va construyendo su propia «base de datos de sentido común» a partir de lo cual puede «incorporar el sentido de las cosas común a la sociedad.», como menciona mi compañero César Gómez en su última entrada, la que habla sobre la relación entre el color azul y el rosa con cada género, y sobre el concepto actual del amor.

A propósito de los colores y el género, leí ese mismo texto para hacer mi entrada del blog. JeongMee Yoon hizo un proyecto llamado «The Pink & Blue Project«, en el que fotografía a niñas con todas sus posesiones de color rosa, y a los niños con sus objetos azules. Causa un impacto ver estas fotografías (¡todo el cuadro saturado de objetos de diferentes tamaños, todo del mismo color!), y el mensaje en el fondo es el de una sociedad condicionada. Algo que menciona la artista, por ejemplo: «Girls train subconsciously and unconsciously to wear the color pink in order to look feminine» («las niñas entrenan subconsciente e inconscientemente a vestir el color rosa para verse femeninas»).

Un comentario de mi compañera Adriana López en mi artículo sobre la intersexualidad también apela a lo anterior. Adriana dice: «Pero con todo esto voy a que en una sociedad lo que rige su comportamiento y de donde nace su carácter es en la educación y lamentablemente en nuestro país (y muchos otros) somos muy cerrados a la hora de tratar de vislumbrar que hay más allá y terminamos en un contexto donde todo pareciera ser blanco o negro y no más.» Lo que más quiero destacar de su comentario es que, efectivamente, lo que rige nuestro comportamiento y carácter viene de nuestra educación- así, los juguetes y lo que vemos desde pequeños condicionan en gran parte cómo somos y cómo vemos nuestro mundo. Y en ocasiones es difícil aceptar las cosas que para otra persona pueden ser diferentes, simplemente porque creció con otra educación. Como dice Natalia Ramírez con referencia al texto de Geertz, para nosotros «lo normal, lo natural es esto y no esto otro.»

(Foto de Mathijs Delva)

Al principio de este ensayo, dije que la forma en que vemos el mundo puede estar condicionado hasta por fotografías. Modos de Ver es un texto de John Berger, y me parece muy interesante. Puede incluirse en la bibliografía de cursos de fotografía y de arte, por ejemplo, pero creo que también aplica muy bien para este curso de conocimiento y cultura. «Lo que sabemos o lo que creemos afecta al modo en que vemos las cosas.» (2000: 5)

«La vista es la que establece nuestro lugar en el mundo circundante; explicamos el mundo con palabras, pero las palabras nunca pueden anular el hecho de que estamos rodeados por él. Nunca se ha establecido la relación entre lo que vemos y lo que sabemos. Todas las tardes vemos ponerse el Sol. Sabemos que la tierra gira alrededor de él. Sin embargo, el conocimiento, la explicación, nunca se adecua completamente a la visión.» (2000: 5)

Esto último que dice Berger me parece que, más que hablar sobre el conocimiento y una manera de obtenerlo, es interesante notar que lo aborda desde una perspectiva más específica: de la relación entre palabras e imágenes, y esto desde su campo de estudio y de trabajo: el arte visual (en específico la relación entre la pintura y la distribución audiovisual de éstas). Lo que me parece muy importante decir es que las fotos también forman parte del mundo que conocemos- podemos saber cómo se ve la Torre Eiffel (y asumir que existe) aunque jamás la hayamos visto en persona.

Otro ejemplo de alguien que «habla desde donde está parado», es Mario Vargas Llosa, en su artículo «Más información, menos conocimiento» para el periódico digital El País. En él, habla del impacto del internet en nuestra vida- en cuestión de atención, por ejemplo. Da el ejemplo de un joven que encontró que le costaba más trabajo concentrarse en un libro al tener internet en su vida diaria (y a lo que me refiero es que es muy probable que Vargas Llosa haya decidido escribir sobre este tema y no otro, por su pasión por la literatura). Dice, por ejemplo: «Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.»

Yo también veo «todo este asunto del conocimiento» desde donde estoy parada: desde mi manera de pensar, desde lo que veo y lo que escucho a diario, lo que aprendo en la escuela, lo que pasa con mi familia y amigos. Además, no pienso que lo que aprendemos en una clase (si realmente lo aprendemos, se nos hace valioso y lo relacionamos con nuestra vida) lo tengamos guardado en un compartimiento especial dentro de nuestro cerebro al cual sólo accedemos cuando nos toca esa clase; sino que lo interiorizamos, lo absorbemos, y forma parte de nuestra forma de entender el mundo. Por eso, cuando sucedió la discusión del vestido, lo vi desde mi punto de vista, que incluye lo que he aprendido por experiencia, lo que integra mi sentido común y lo que he aprendido en clase (sin necesariamente categorizar mi conocimiento de esta forma).

Lo importante, yo pienso, es que utilicemos este nuevo conocimiento sobre el conocimiento para ser más tolerantes con otras formas de pensar (y por lo tanto de actuar), para poder ver nuestro mundo desde otras perspectivas y de entender por qué es que lo vemos desde nuestra propia perspectiva.

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Bibliografía:

  • BERGER, John. (2000). Modos de Ver. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. P. 17
  • FERNÁNDEZ, Pablo. El Conocimiento Encantado. Pp. 119-123
  • GEERTZ, Clifford. Conocimiento Local, “El sentido común como sistema cultural”. Paidós, 1996
  • VARGAS L., Mario. “Más información, menos conocimiento”. 31 de julio de 2011. Recuperado de: http://elpais.com/diario/2011/07/31/opinion/1312063211_850215.html
  • YOON, JeongMee. The Pink & Blue Project. Recuperado de: http://www.jeongmeeyoon.com/texts_041.htm